I
No te
importa mi felicidad,
tampoco mi
desgracia,
mucho
menos mis tristezas,
por el mundo, por ti;
Te alejas de mí,
erguida, sintiéndote orgullosa y fuerte,
como si fueras a tocar la luna.
Deambulas en tierra de falsos profetas,
donde los
insulsos aduladores
con sus
loas vacías y grises,
con sus chantajes,
te hacen caer en la trampa,
de la que habías escapado,
Te despojan de
tus ideales, sentimientos, libertad y deseos.
Huye con
esos vampiros,
ladrones
de la belleza y el alma;
donde
serás un trofeo más, una novedad
hasta el
día en que te hayas consumido,
para luego
permanecer eternamente
en un polvoso rincón.
Cambia la
sinceridad que te ofrezco
por su
frivolidad fugaz.
II
No puedo
ofrecerte
las humillaciones
que tanto te gustan,
solo una
delicada caricia que te haga temblar.
Te puedo
dar;
una noche
de pasión, no una violación,
como hacen
ellos cuando te piden que no seas tú.
No puedo
gritarte las ofensas,
que
siempre esperas,
contigo mi
demonio interior,
no puede
actuar,
a ti no te
puedo dañar.
No te
puedo destruir,
como lo
hago con todo a mí alrededor,
ni
siquiera puedo decir las mentiras
en las que
tanto crees.
No puedo
controlarte,
solo
admirarte, por lo que eres, por quien eres,
la
inspiración que a mi vida llego,
la belleza
que no permite
que este
horrible mundo me consuma,
solo este
parco verso te puedo dar.
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