Una
muchedumbre grita frente a la estatua de las ilusiones,
que se
desmorona como un terrón de azúcar.
Nuestro
porvenir se tiñe de negro, rojo, purpura.
Del cielo
caen monedas de oro, plata y olvido.
Los
cobardes juzgan y cuelgan a los valientes,
los
indoctos gobiernan sin leer,
las
doncellas son engañadas por lo grotesco
que se
oculta con un insípido disfraz de amor ficticio,
los ebrios
celebran cada momento;
al final
del día, miro mi reflejo,
en el
espejo de la verdad;
sé que soy parte de todo
esto.
de este mundo bello, lleno de hipócritas,
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