al grillo cantar, la tormenta que se acerca,
el murmullo del vecino, el jadeo de la dríada.
Siente el aire fresco, permite que el manto oscuro te proteja,
los responsables roncan, los niños sueñan
y los amantes se ahogan en ríos de lujuria.
Escucha, el alarido de furia y descontento,
el susurro del viento al besar los árboles,
los perros ladrar a las sombras, los ecos de las protestas
el rugido de los autos, o las falsedades del político.
Siente el miedo impregnado en cada rincón, deja que la fe te alcance.
Escucha risas, gritos, llantos, blasfemias, gemidos,
música o ruidos profanos,
pero no te entierres en tu silencio, en el silencio del mundo,
en el silencio de la cobardía.
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